5 mar 2010

Después de haber caminado un largo trayecto para llegar al centro y poder recibir en Navidad regalos que estaban repartiendo a los nenes mas necesitados, Zezé y Luis llegaron tarde a la entrega.

-Vamos a sentarnos allí Luis. Necesitamos descansar un poco.
-Tengo sed, Zezé.
-Cuando pasemos por lo de don Rozemberg pedimos un vaso de agua. Alcanza para los dos.
Solamente en ese momento descubrió toda la tragedia. Ni habló. Me miró haciendo pucheros y con los ojos perdidos.
-No importa, Luis. ¿Sabes? Voy a pedirle a Totoca que le cambie la cola a mi caballito "Rayo de Luna" para dártelo como regalo de Papá Noel.
Pero continuó lloriqueando.
-No, no hagas eso. Tú eres un rey. Papá dijo que te bautizó Luis porque era el nombre de un rey. Y un rey no puede llorar en la calle, frente a los demás, ¿sabes?.
Apoyé su cabeza en mi pecho y me quedé alisándole el cabello enrulado.
-Cuando sea grande, voy a comprar un coche bonito como el de don Manuel Valardes. Ese del Portugués, ¿te acuerdas? Ese que pasó una vez delante de nosotros en la Estación, cuando estábamos saludando a Mangaratiba.. Bueno, voy a comprar un cochazo lindo, lleno de regalos, y sólo para ti.. Pero no llores, que un rey no llora.
Mi pecho explotó con enorme amargura.
-Juro que lo voy a comprar. Aunque tenga que matar y robar..
No era mi pajarito el que me comentaba eso, allá adentro. Debía ser mi corazón.
Solamente eso podía ser. ¿Por qué el Niño Jesús no me quería? Él amaba hasta al buey y al burrito del pesebre. Pero a mí, no. Y él se vengaba porque yo era el ahijado del diablo. Se vengaba de mí dejando a mi hermano sin su regalo. Pero Luis no merecía eso, porque era un ángel. Ningún angelito del cielo podía ser mejor que él.
Y las lágrimas brotaron cobardemente de mis ojos.
-Zezé, estás llorando..
-En seguida pasa. Además no soy un rey, como tú. Solamente soy una cosa que no sirve para nada. Un chico malo, bien malo.. Apenas eso.

Zezé: 5 años.
Luis: 3 años.

Mi planta de naranja-lima (historia de un niño que un día descubrió el dolor).

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